Píldora protocolo: etiqueta empresarial – puntualidad

Decía el genial William Shakespeare “Mejor tres horas demasiado pronto que un minuto demasiado tarde”. El valor de la puntualidad es una disciplina que, por desgracia, cada vez está más en desuso en nuestra vida cotidiana, y sin embargo, es una de nuestras más importantes cartas de presentación y de las que más nos define.

 

La puntualidad es una de las normas básicas de la buena educación.

Una cita de negocios, un empleo, un espectáculo, se puede echar a perder por la impuntualidad.

 

La puntualidad demuestra la voluntad de madrugar, planificar y hacer todo lo posible para completar su trabajo a tiempo. La puntualidad es un signo de profesionalismo y ayuda a destacar como un empleado confiable y digno de confianza.

 

Hay muchos mitos sobre la puntualidad, el más usual es, el de llegar tarde a una fiesta, una boda, etc. como manera de hacer nuestra entrada triunfal y destacarnos, pero esto no es elegante ni educado.

 

El tiempo también comunica. Hay quien dijo que el tiempo era más valioso que el dinero, ya que siempre podrás ganar más dinero, pero nadie te puede regalar más tiempo del que tienes. Jugar con el tiempo de los demás es una falta de respeto y de educación.  Llegar tarde a una entrevista de trabajo, por ejemplo, puede estropearla, ya que además de los nervios propios, se añadirá ansiedad y estrés. Siendo puntual es más fácil ganarse el respeto y la aceptación de la gente. Es la mejor carta de presentación de una persona en cualquier ámbito.


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