Píldora de Protocolo | ¿Quién lleva el cirio? ¿Y por qué no tú?

En una procesión de Semana Santa, cada gesto, cada paso y cada elemento tienen un significado. Pero incluso entre quienes participan activamente como nazarenos, hay detalles que pueden pasar desapercibidos… hasta que te das cuenta de que no todo el mundo lleva el mismo cirio ni camina en el mismo lugar. Entonces surge la pregunta: ¿Quién decide quién lleva el cirio? ¿Y por qué no puedes llevarlo tú?

La respuesta es simple y compleja a la vez: no es por azar.

Orden, tradición y sentimiento

Las cofradías, como cualquier institución con siglos de historia, no improvisan. El orden para portar un cirio, una insignia o incluso para caminar en determinado tramo de la procesión responde a normas internas muy marcadas. En muchos casos, estos turnos se determinan por antigüedad: quien más tiempo lleva como hermano o hermana, tiene preferencia. En otros, se accede a portar determinado símbolo por haber hecho una promesa personal, por haber heredado ese lugar familiarmente o por gozar de una relevancia especial dentro de la hermandad.

No se trata solo de jerarquía, sino de vínculos. De raíces. De compromiso con la historia que se lleva en las manos y en el corazón.

Una forma de protocolo popular

Este es un gran ejemplo de cómo el protocolo no es algo exclusivo de los grandes actos oficiales o los eventos de gala. También vive en lo popular, en lo íntimo, en lo emocional. En las calles que se llenan de silencio, incienso y devoción. El protocolo también es eso: respetar los turnos, entender el porqué de cada lugar, asumir que nada es casual y que todo tiene un sentido compartido.

Y aunque muchas veces estas normas no están escritas, se heredan y se respetan con una precisión admirable. Porque en Semana Santa, como en la vida, hay espacios que se ganan, se cuidan y se entregan con solemnidad.

¿Y si no llevas el cirio?

Quizás no te toque este año. Quizás nunca te ha tocado. Pero saber que ese cirio no está en esas manos por casualidad, sino por historia, por fe o por compromiso, también es parte del camino. Y eso, también es protocolo.